Geografía de Islandia

Geografía de Islandia

Islandia se encuentra al sur del Círculo Polar Ártico, en medio del Océano Atlántico y a más de 900 kilómetros de la parte continental europea. La abismal diversidad de sus paisajes hace del país uno de los más espectaculares en términos de naturaleza en todo el mundo.

La República de Islandia pertenece al continente europeo, si bien es cierto que en términos geológicos se halla justo entre las placas tectónicas de Norteamérica y Eurasia. El territorio islandés se ubica justo al sur del Círculo Polar Ártico, entre Groenlandia y las Islas Feroe, al oeste de Noruega y al noroeste del Reino Unido.

Islandia es un territorio insular, consolidándose de hecho como la segunda isla más grande de Europa por detrás de Gran Bretaña, y en el top 20 de las islas más grandes de todo el mundo. Además de la isla principal, que supone más del 95% del territorio nacional y es donde se ubican las principales atracciones turísticas y ciudades como Reikiavik o Akureyri, Islandia cuenta con más de 40 islotes, como el archipiélago de Vestmannaeyjar, en su mayoría deshabitados o inaccesibles para el turismo. En total, el país cuenta con una superficie total de aproximadamente 103000 kilómetros cuadrados.

La Tierra del Hielo y el Fuego

La principal característica de Islandia en términos geográficos son sus contrastes extremos entre volcanes y glaciares, lo cual le ha permitido adquirir el sobrenombre de “la tierra del Hielo y el Fuego”. De hecho, la propia bandera del país representa estas diferencias: el rojo de la cruz representa la lava volcánica, el borde blanco se asocia al hielo de los glaciares y el azul, al mar que rodea la isla. 

Otra gran diferencia a nivel geográfico en Islandia es el contraste entre las zonas costeras, donde se encuentran las principales ciudades y pueblos, y las conocidas como Tierras Altas, en el interior de la isla. En estas, los asentamientos humanos son prácticamente inexistentes y los paisajes, desérticos y semejantes a los de Marte o la Luna. Sin embargo, dentro de esa apariencia inhóspita, es en las Tierras Altas donde encontramos algunos de los rincones más bellos de Islandia, como el volcán Askja o la región montañosa de Landmannalaugar.

Precisamente la diversidad entre las Tierras Altas y la costa islandesa es lo que provoca una de las grandes atracciones turísticas de Islandia: sus cascadas. La abundancia de saltos de agua en Islandia y sus impresionantes dimensiones y caudal se debe a que todos los ríos islandeses se originan en el interior de la isla y fluyen hacia la costa. De este modo, todos ellos recorren la accidentada geografía del país y mueren abruptamente en las inmediaciones del litoral islandés, regalándonos algunas cataratas tan espectaculares como las de Dynjandi o Skógafoss.